Hoy entrevistamos a Xoán Porto, coeditor de Revista Naval y experto documentalista, curtido en el diseño y gestión de sistemas de vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva. En los últimos tiempos se dedica también al desarrollo de proyectos de digitalización de imágenes fotográficas. Su testimonio profesional nos ofrece una perspectiva privilegiada sobre la adecuada imbricación del soporte tecnológico al servicio de nuestras necesidades de información.

(Archivoz) ¿Cómo llegaste al mundo de la documentación?

(XP) Mi puerta de entrada fue la informática. La popularización de los microordenadores domésticos nos abrió a muchos chavales de los años 80 y 90 un mundo fascinante, numérico, lógico y abstracto. A mediados de los 90 tenía claro que me interesaba trabajar con la información, y el ámbito de la documentación, con ese enfoque hacia la automatización que proporciona la informática, me sedujo inmediatamente, así comencé los estudios de Biblioteconomía y Documentación, por aquel entonces de muy reciente implantación en Galicia. En 1998 obtuve una beca de investigación de 18 meses para trabajar en el servicio de documentación de un centro tecnológico. Es aquí donde me forjé como documentalista, ya como contratado, en una experiencia ininterrumpida de más de diez años en los que participé en el desarrollo de proyectos IDI, entre ellos el diseño e implantación de servicios de información empresarial pioneros en el ámbito de la innovación tecnológica, que se fueron consolidando en lo que hoy se denomina vigilancia tecnológica e inteligencia competitiva.

(Archivoz) Hoy eres un profesional de internet con más de veinte años de experiencia en el ámbito de la gestión documental. En todo este tiempo, ¿Cómo describirías el cambio que se ha producido en este campo?

(XP) Me gusta hablar poniendo el foco en los usuarios, desde esta perspectiva y hablando en términos generales creo que la transformación más evidente se ha producido en dos aspectos en cierto modo antitéticos: el control de los procesos de información, y el control de la información misma en la red.

Por un lado hemos asistido al empoderamiento de los usuarios, que acceden directamente a las fuentes y a las informaciones que son relevantes para sus actividades sin necesidad de intermediación. Esto se debe en gran medida a la adquisición de competencias informacionales, ligadas a la universalización del acceso a los servicios de información que proporciona la red.

Es una buena noticia que muchas tareas, hasta hace no mucho reservadas al documentalista en las organizaciones, sean hoy asumidas de forma natural por los usuarios. En mi opinión hay que abandonar definitivamente esa visión del usuario-cautivo o dependiente. El profesional de la información tiene que desplazarse necesariamente hacia posiciones intelectualmente más exigentes y avanzadas como la planificación de procesos o estructuras de información y el diseño de servicios documentales enfocados a facilitar la gestión autónoma a sus usuarios y a la ciudadanía a medida que avanzan en sus competencias digitales, a las que sin duda hemos contribuido como colectivo a través del desarrollo de acciones de formación y el diseño de servicios cada vez más accesibles. La intermediación del profesional de la información seguirá existiendo, pero circunscrita a ámbitos especializados o de alto nivel.

Ahora bien, en el lado opuesto a este empoderamiento de los usuarios sobre sus procesos informativos, en la última década hemos asistido también a la transferencia del control sobre la información que creamos y almacenamos en red. La denominada “nube” es un término coloquial y asequible que esconde un brutal proceso de concentración de poder, basado en la explotación masiva de nuestras informaciones, metadatos y relaciones, en beneficio generalmente de empresas o grandes corporaciones con las que mantenemos una relación desigual. En la práctica hemos pasado de ser propietarios a usufructurarios de nuestra información, en la medida en que solo podemos disponer de ella en tanto no nos es vedado el acceso por parte de los propietarios de la infraestructura.

Pongo algunos ejemplos: el cierre de Megaupload por las autoridades estadounidenses en 2012 dejó a cientos de miles de usuarios legales -particulares, profesionales y empresas- sin acceso a su información personal o de trabajo. Solo en el ámbito de la gestión de imágenes, la desaparición repentina de servicios como Fotolog o Picasa, o los bandazos en las estrategias de proveedores como Imageshack o Flickr con sus cambiantes condiciones de uso, mantuvieron en vilo a no pocas instituciones que habían confiado la difusión de sus repositorios digitales a estas empresas. Con relativa frecuencia asistimos también –y reconozco que me sigue causando perplejidad- a los problemas que tienen numerosas instituciones incluso de carácter oficial, para recuperar el acceso a sus cuentas cuando son bloqueadas, o para restaurar contenidos censurados en medios sociales y servicios como Twitter, Facebook o Gmail, lo que a mi modo de ver, evidencia el nulo poder de negociación que tenemos los usuarios y la fragilidad del vínculo que nos une a nuestra propia información en la red.

[bctt tweet=»El profesional de la información tiene que desplazarse necesariamente hacia posiciones intelectualmente más exigentes y avanzadas como la planificación de procesos o estructuras de información y el diseño de servicios.»]

 

(Archivoz) ¿Cuál es el avance que más valoras?

(XP) La movilidad. Al afrontar la gestión documental ligada a la red, la movilidad nos permite disponer de acceso prácticamente ubicuo en todo tipo de dispositivos y sin necesidad de conexiones físicas.

Quiero reivindicar a los profesionales de la información que desarrollan su trabajo en las vastas áreas geográficas rurales, donde la desigualdad se traduce en la dificultad para acceder a servicios básicos como la educación, la sanidad. En este contexto, la movilidad tiene que venir acompañada de ancho de banda y cobertura geográfica para garantizar el acceso de la ciudadanía a los servicios de la sociedad de la información en igualdad de condiciones, independientemente de donde vivan.

(Archivoz) Has participado en distintos proyectos de digitalización, ¿cuál es para ti el aspecto clave para llevar a buen término la digitalización de un archivo corporativo?

(XP) Los criterios de digitalización suelen estar pautados en los requisitos del proyecto, y cuando esto no es así podemos recurrir a alguna de las numerosas guías para distintos tipos de materiales que existen. Esto no suele ser problemático, sin embargo, donde nos podemos encontrar problemas es al subvertir el orden de las prioridades establecidas en la definición del proyecto. Hay que resistir la tentación de subordinar los objetivos o utilidades que se esperan obtener en el proyecto a las características de una determinada herramienta o software. El centro del proceso nunca debería ser la tecnología empleada. Idealmente, la tecnología tiene que ser una capa coyuntural, transparente, sustituible y, llegado el momento, incluso prescindible.

(Archivoz) ¿Qué importancia reviste la descripción para la gestión y explotación del archivo digital?

(XP) Por razones prácticas, las tareas de descripción suelen quedar relegadas para mejor ocasión en los proyectos de digitalización, y es una lástima porque a la hora de explotar un fondo o colección el retorno de las búsquedas es directamente proporcional al nivel de descripción alcanzado en los contenidos. La descripción es una tarea más intelectual que mecánica, por lo que a igual dedicación en tiempo y recursos produce menos resultados. Esto, a ojos de los responsables de la parte económica, no suele resultar vendible, casi siempre preferirán llenar una nota de prensa anunciando que se han digitalizado varios miles de páginas como resultado del proyecto antes que decir que se han descrito varios miles de documentos menos.

(Archivoz) ¿Cuáles son hoy las mayores barreras para la difusión del patrimonio digital?

(XP) En ocasiones el acceso a las colecciones digitalizadas se ve dificultado por temas relacionados con la gestión de derechos, véase la reciente polémica surgida por la apertura de la National Emergency Library, dentro del proyecto Open Library; O por la adopción por parte de las instituciones de políticas de difusión restrictivas sobre sus colecciones, que por diversos motivos vedan el acceso franco a las copias maestras de las digitalizaciones, u ofrecen de forma más o menos sutil objetos digitales de baja calidad y resolución; o con marcas de agua que llegan a ofuscar la información contenida en los documentos.

Por otra parte creo que hay un amplio margen de mejora en el diseño de las interfaces de presentación de resultados de imágenes gráficas. En ocasiones la estrategia de recuperación más ágil se basa en el hojeado secuencial de las páginas de un documento para detectar visualmente patrones de información observando la mancha gráfica que ocupan sobre la página. Salvando las distancias, habría que recuperar los aspectos positivos de la experiencia de usuario que ofrecían medios analógicos como los lectores de microfilme a la hora de revisar grandes cantidades de información gráfica de forma rápida y ágil, y que hemos perdido con su traslación al computador conectado a la red. En la actualidad estoy trabajando en el desarrollo de esta funcionalidad para presentar vistas unificadas de documentos gráficos, adaptando tecnologías deep zoom y de pirámide de imágenes como las empleadas para mostrar mapas, ortofotos e imágenes gigapixel.

Xoán Porto editando una gigafoto

Xoán Porto editando una gigafoto

(Archivoz) El archivo digital crece y evoluciona. En las organizaciones, pero también en nuestra vida personal, vamos acumulando no solo registros, documentos y datos, sino también todo un historial de soportes desfasados. ¿No crees que deberíamos planificar mucho mejor nuestro trabajo a la hora de almacenar, organizar y servir nuestra información?

(XP) ¡Me encanta la pregunta! En estos días de confinamiento por el COVID-19, en vez de hacer pan casero como todo el mundo, inicié la siempre postergada tarea de organizar el archivo familiar.

En general creo que es mejor adoptar un enfoque abierto. La visión de archivo no debería limitar la elección de tecnologías. Si los soportes o formatos en los que se almacena la información pueden suponer un problema a medio plazo, lo cual se dará prácticamente en todo aquello que no sea papel, lo que debemos hacer es anticiparnos a la obsolescencia para asegurar la reproductibilidad de la información en un horizonte temporal más o menos amplio.

Los reproductores tienden a estropearse, incluso por la falta de uso, por lo que lo adecuado es tenerlos al menos por duplicado y mantenerlos operativos. En ocasiones si el volumen de información con la que contamos es reducido, resulta más rentable recurrir puntualmente a una empresa especializada para obtener copias digitales de buena calidad.

Hay que desterrar la creencia que una buena digitalización hace innecesarios los soportes originales y que podemos deshacernos de ellos para ahorrar espacio. Una digitalización realizada, pongamos por ejemplo hace diez o quince años, con criterios técnicos aceptables para la época con toda seguridad nos parecería ahora insuficiente bajo los estándares actuales. Las tecnologías de digitalización avanzan y no solo en las capacidades de captación del hardware, cada vez más capaz de extraer de los originales nueva información y con mayor fidelidad; sino también en el campo que se abre a nivel de software, aplicando transformaciones que mejorarán la calidad gráfica en las imágenes, la resolución, el color o el sonido con información que no existe en los soportes originales mediante la aplicación de técnicas computacionales.

De lo que estoy persuadido es que es más probable que los soportes originales, independientemente de que puedan ser reproducidos en el futuro, sobrevivirán a las copias digitales de las sucesivas digitalizaciones y redigitalizaciones que sufrirán a lo largo de sus vidas.

(Archivoz) ¿Será necesario reforzar el rol de los profesionales de la información y la documentación digital en las organizaciones? ¿O por el contrario es una causa perdida frente al auge de la Inteligencia Artificial?

(XP) Lo que conviene reforzar es la definición del perfil documentalista, y reafirmarnos en ello. Creo que de forma subconsciente tendemos a asociar documentación con papel. Esto puede explicar el por qué muchos profesionales, quizás por una tecnofilia mal entendida propia del cambio de época, tendieron a renegar del término documentalista en su currículum. Aún recuerdo con horror la época en que todo el mundo a mi alrededor era infonomista… ni el propio Alfons Cornella se acordará ya del término, si se me permite la broma.

En cuanto al papel de las personas ante la evolución tecnológica y en concreto ante la inteligencia artificial, me quedo con las palabras de Jaron Lanier: “los bits no significan nada sin una persona culta que los interprete”. Al comienzo de la entrevista comentaba mis inicios en la informática allá por los años ochenta, por aquel entonces, en la inocencia de mi mente infantil e influenciado por las series televisivas y el cine de la época, recuerdo mi primera interacción ante un Spectrum, aporreando el teclado para presentarme educadamente y preguntando su nombre al computador… en lenguaje natural ¡pero en inglés, eso sí! Evidente no obtuve respuesta pero aprendí algo sobre expectativas y realidad. Treinta y cinco años después muchos hogares disponen de asistentes de voz personales que ofrecen una experiencia de automatización con cierta apariencia de inteligencia artificial. No creo que la evolución de la tecnología cambie la esencia de la profesión, pero sí que nos desplazará hacia posiciones intelectualmente más exigentes como comentaba anteriormente, asumiendo los roles de organizadores procesos de información o pensadores de estructuras que han de ser codificadas, por ejemplo, por informáticos.

[bctt tweet=»Conviene reforzar la definición del perfil documentalista, y reafirmarnos en ello: no creo que la evolución de la tecnología cambie la esencia de la profesión.»]

 

(Archivoz) Como experto que eres en fotografía e imagen digital, ¿qué medidas podrían ser las más urgentes para garantizar la preservación de nuestro patrimonio digital?

(XP) Me parece muy pertinente la distinción entre el patrimonio en soporte tradicional y el patrimonio digital. Cuando hablamos de fotografía tradicional, el estudio de sus características físico-químicas, durabilidad de los materiales, criterios de conservación, etc. están establecidos, al menos en sus fundamentos. Si nos referimos a las imágenes digitales, carentes como tales de corporeidad e incluso de la noción de originalidad, el estudio de sus características con fines de preservación se ciñe al estudio de los soportes de almacenamiento y a los códecs de los formatos en los que están codificadas.

Digitalizando fotografíasMás allá de los aspectos materiales y lógicos, uno de los grandes problemas a que nos enfrentamos, sobre todo en el ámbito de la fotografía vernácula y los archivos familiares, es la necesidad de definir los imprecisos límites de lo que debe ser preservado en lo digital, ante la ingente cantidad de imágenes que se crean a diario, la mayor parte de ellas para satisfacer necesidades efímeras, pero no por ello descartables para su conservación. En este contexto, en el que se producen –y también se destruyen– imágenes fijas y en movimiento como nunca antes en la historia, mi visión pasa por el fomento de la autogestión consciente de las colecciones, para preparar ya desde hoy nuestro futuro pasado digital; En este sentido estoy desarrollando un proyecto colaborativo, el Arquivo Imaxe, para crear un repositorio con las mejores prácticas en este ámbito, para que sirvan como herramientas modelo o guías para personas individuales o colectivos interesados en estos procesos.

(Archivoz) A la hora de ilustrar contenidos en internet, tendemos a echar mano de los bancos de imágenes en línea y ya casi no recurrimos a profesionales y artistas (diseñadoras, fotógrafos…) de nuestro entorno. ¿Qué efectos puede tener esta tendencia? Y en general, ¿qué importancia concedes en tu trabajo a las tendencias que nos marca el mercado TIC?

(XP) Precisamente estos días asistimos a la enésima polémica en esta materia: los fotógrafos de prensa españoles se han rebelado contra la intención de la Liga de Fútbol Profesional, que pretendía -aprovechando las restricciones de movimiento provocadas por COVID-19- centralizar la oferta de imágenes de los entrenamientos ofreciéndolas a los medios de comunicación a través de su propia productora y con sus propios fotógrafos. Lógicamente este tipo de acciones, además de atentar contra la libertad información, suponen un empobrecimiento de la calidad de la información.

Lo mismo se puede decir del recurso a los bancos de imágenes gratuitos o de pago. Es un recurso inmediato a la hora de contar con imágenes que enriquecen visualmente y hacen más atractivos los contenidos, pero si todos utilizamos la misma fotografía de Wikimedia para ilustrar cualquier asunto, con toda la buena voluntad que haya tras el gesto de compartir una imagen para terceros, lo que estamos provocando es el empobrecimiento y la uniformización de la información, al reducir la amplia variedad de tipologías de los objetos, lugares, etc. a unas pocas realidades. Por ejemplo, si tomamos la foto de un hórreo para ilustrar aquel que vimos en un viaje a Asturias… ¿nos servirá la foto de cualquier horreo asturiano? ¿eliminaremos de un plumazo las variantes morfológica que hay entre ellos función de la zona o el uso? ¿nos dará igual incluso utilizar la foto de un hórreo de la costa gallega si es la única foto disponible a nuestro alcance en el banco de imágenes?

En las últimas elecciones estadounidenses, los medios promocionaron la historia del joven estudiante y fotógrafo amateur Gage Skidmore, que se tomó la molestia de asistir a los mítines de todos los candidatos políticos, tomando fotografías de ellos y subiéndolas a su cuenta de Flickr con una licencia Creative Commons. Efectivamente muchos grandes medios recurrieron a estas fotografías para ilustrar sus informaciones, pero cuando hablamos de fotografía informativa, el componente editorial es muy marcado, y la visión del fotoperiodista, que asiste al acto y extrae la información más significativa del mismo, no se debería perder mediante la utilización no justificada de imágenes de recurso o archivo.

En estos días de excepción por la pandemia, seguramente a más de una, entre las personas que leen Archivoz Magazine, le habrá chocado el uso abusivo de imágenes de archivo que sirven los informativos televisivos para ilustrar situaciones cotidianas: mientras la voz en off informa, por ejemplo, de las medidas de distancia social en los locales de hostelería todavía cerrados, se acompaña la información con imágenes en las que la gente no guarda distancia física ni toma otras precauciones higiénicas que ya hemos asumido. Nuestro cerebro tarda en comprender por qué hay esta desalineación entre el mensaje recibido, entre lo que se nos dice y lo que vemos, y todo porque los medios han perdido la buena costumbre de indicar que están utilizando imágenes de archivo.

Hoy, que contamos con todo tipo de tecnologías para la captación de imagen y sonido, podríamos poner el énfasis en crear contenidos propios y originales. En muchas ocasiones, por pura pereza, preferiremos utilizar la fotografía de un tercero que se pone a nuestra disposición antes que realizarla por nosotros mismos. En este sentido existe la tendencia, alentada en gran medida por las plataformas y medios sociales, de apropiarse del trabajo intelectual de terceros poniéndolo a disposición bajo fórmulas pseudocolaborativas, desposeyéndolo incluso de la preceptiva mención de autoría… y es que no: ni Internet ni Wikipedia son fuentes a las que mencionar en un pie de foto.

(Archivoz) El periodismo digital es otro de los vectores de tu carrera profesional, ¿qué opinión te merece el modelo actual de explotación de contenidos por parte de los medios digitales? ¿Se ha rendido internet ante el algoritmo de Google? ¿Qué calidad nos depara el áuge del posicionamiento de pago?

(XP) Sí, aunque me considero documentalista, me siento cómodo en todas las posiciones que hay en el triángulo de relaciones que se establece en torno a las ciencias de la información: la Documentación (los procesos informativos), el Periodismo (la comunicación) y la Informática (la automatización)… Funcionalmente -y huyendo de corporativismos- también podría definirme como analista, fotógrafo, periodista, informático, etc., del mismo modo en que por ejemplo un periodista se adentra en el campo de la documentación bajo la etiqueta de periodista de datos.

Sobre el modelo actual de explotación de contenidos, creo que es en gran medida el resultado de una estrategia digital de huida hacia adelante de los medios tradicionales. En un momento dado se puso de moda poner botones para compartir los contenidos hacia los medios sociales. Es como si vas a una heladería y al entrar te recomiendan irte a otro local en el que venden los mismos helados y donde te lo vas a pasar aún mejor. De esta forma los medios de comunicación se han convertido en prescriptores cualificados de los medios sociales y les han dado el control, gratis y sin contraprestación, sobre el centro de su negocio: los lectores. Hoy en día los medios sociales son grandes corporaciones que retienen al público, poseen gran parte de la tarta publicitaria que anteriormente correspondía a los medios de comunicación, y mediatizan en gran medida su tráfico.

En cuanto al posicionamiento de pago, sinceramente no sé si nos hemos rendido ante el algoritmo o no, pero me gustaría cerrar invitando a hacer esta reflexión: ¿Desde cuánto hace que desechas la primera página de resultados de Google porque solo contiene recomendaciones de pago, la entrada a la Wikipedia y spam bien posicionado? ¿Cuánto hace que Gmail no es el gestor de correo eficiente que te permitía recuperar rápidamente cualquier mensaje? ¿Cuántos minutos de videotutorial en Youtube has visto para descubrir que eso que necesitabas aprender se puede resumir en 30 segundos o en un par de líneas de texto? Tengo la percepción de que hace tiempo que estas herramientas ya no funcionan, o al menos no lo hacen en el sentido en que deberían si estuvieran centradas en el interés del usuario. En este sentido quiero creer que el futuro pasa por tener interacciones en las que las máquinas nos hablen como personas, pero en el que las personas no tengamos que comportarnos como máquinas. Creo que los profesionales de la información tenemos un apasionante papel en esta tarea.

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