Este teatrín adquirido por el Centro de Documentación y Museo de las Artes Escénicas (MAE) el año 1983, entró a formar parte de la colección gracias a la donación de bocetos y teatrines de escenografía propiedad de Don Salvador Bartolí Medrano, hijo de Joaquim Bartolí Guiu. Joaquim Bartolí Guiu fue un pintor, escenógrafo y dibujante catalán, que tenía en su poder diferentes materiales de los grandes maestros de la escenografía realista catalana anteriores a su propia actividad.
Uno de estos materiales es este teatrín de Francesc Soler i Rovirosa, para la ópera Aida en 4 actos, del maestro Giuseppe Verdi, que fue estrenada el 16 de abril de 1876 en el Teatre Principal de Barcelona y seguidamente en el Teatre del Liceu. El teatrín representa la plaza a las puertas de la ciudad de Tebas (Egipto) donde se recibían a los guerreros triunfadores de Egipto. El teatrín, corresponde al Acto II de la ópera, en el que se representa la vuelta del personaje Radamés, capitán de la guardia egipcia, a la ciudad de Tebas, volviendo victorioso de la campaña bélica en contra de los etíopes.
Para aquellos que no estén acostumbrados a la terminología teatral, un teatrín es una representación reducida de un teatro, o más concretamente de su escenario, que se usaba para reproducir a escala y con perspectiva la escenografía y decorados antes de ser montados en el teatro. Actualmente este tipo de maquetas se han substituido en la mayor parte de casos por técnicas de dibujo asistido por ordenador. Pero esto no quita que los teatrines tengan un fuerte carácter histórico patrimonial y un gran valor para la investigación y la docencia del mundo del teatro.
Es por eso que el MAE en su archivo tiene más de 500 teatrines adquiridos, la mayoría gracias a diferentes fondos personales de personajes relacionados con el mundo del teatro, muchos de ellos consultables en línea a través de la plataforma Escena Digital. Un ejemplo es este teatrín de FSR, un personaje considerado el padre de la escuela catalana de escenografía.
Francesc Soler i Rovirosa (1836-1900) fue el máximo representante de la escenografía realista catalana y es probablemente el escenógrafo más importante de Cataluña. Su obra representa una síntesis magistral de robustez y lirismo, tanto en el tratamiento compositivo de las masas como en el sentido del color, a la vez dramático y sutil. Recogiendo la rigurosa herencia italianista, combinado con su formación francesa, más libre, suntuosa y diversificada; consiguió ser uno de los escenógrafos punteros del realismo catalán. Su actividad fue del último tercio del siglo XIX hasta 1900, pero su huella duró hasta los años 40 del siglo XX.
Nacido el 24 de junio de 1836 en Barcelona, formaba parte de una familia acaudalada de origen en Vilanova y la Geltrú pero que acabarían instalándose en Barcelona. Su padre quiso que se dedicara al mundo comercial, pero su pasión vocacional por el dibujo, el arte y la escenografía hicieron que acabara estudiando dibujo y pintura en la Escuela Llotja de Barcelona junto a su amigo Joan Ballester, matriculándose en 1855. Pero en la Escuela de Bellas Artes no se enseñaba la escenografía, así que fue el pintor de paredes Marian Carreres, el cual practicaba esporádicamente la escenografía, quien enseñó a estos dos jóvenes amigos algunos de los secretos de esta disciplina.
El año 1856 Soler Rovirosa junto a su amigo Ballester salen por primera vez del país, viajando por Francia, Bélgica e Inglaterra. Ambos amigos acabarían instalándose en París con el objetivo de estudiar y asimilar mejor las posibilidades que abrió la escenografía francesa, de la mano de dos eminencias de la escenografía de este país como Cambon y Thierry, y ejerciendo como obreros en sus talleres. Regresó a Barcelona tras la muerte de su compañero Ballester el año 1868, para quedarse definitivamente en la ciudad condal.
Ya en Barcelona desarrolló una nueva concepción del espacio escénico no extendido horizontalmente ante los espectadores sino en profundidad y lo que es todavía más importante, fragmentado en numerosas secciones tanto en el mismo plano de las tablas, mediante encadenamientos de firmes, apliques, visuales y anchos bastidores frontales, como en el plan vertical, mediante escalonamientos de todo tipo producidos por los practicables y por las sucesiones de rompimientos, que en sus calados originan intrincadas texturas plásticas.
A la vez perfecciona las posibilidades de desplazamiento, gradación, proyección y coloración de la iluminación de gas al escenario. Y experimenta con la luz Drummond, precursora de la electricidad. Que llegaría en la década de los sesenta y en la que Soler sería el más ferviente y dotado implantador. No solo de sus posibilidades para la vivencia dramática de la representación, sino en su lucha para limitar la luz a la zona del escenario dejando a oscuras, la sala del público que durante la década de los 90 todavía seguía estando iluminada. La gente antes iba al teatro tanto para verse a sí misma como a ver teatro; FSR quiso centrar toda la atención en la boca del escenario, enfatizar.
Soler Rovirosa ayudó a implantar una serie de recursos técnicos nuevos como son la perspectiva, que logra una sutilidad extraordinaria frente a la rigidez de décadas anteriores y que se hace «atmosférica», es decir, tiene en cuenta la degradación de intensidades en las líneas y el color operado por la atmósfera que baña los objetos de los últimos términos; y el trompe-l’œil (trampantojo en castellano) que logra, en cada pieza de una escenografía y, sobre todo, en famosísimos telones cortos, grados de ilusionismo sorprendentes, falsas distancias y falsos relevos elevados a la máxima verosimilitud y, por lo tanto, del engaño.
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Esta joya documental pretende ser un ejemplo de la importancia que tienen los archivos para ilustrar la vida, profesión y obra de un personaje concreto, y por tanto mostrar la importancia de su preservación, documentación y difusión.
El MAE, Centro de documentación y Museo de las Artes Escénicas, nacido tal y como lo conocemos actualmente el año 2000, engloba en su conjunto una biblioteca docente, una biblioteca histórica de reserva, un archivo y un museo. Para hacerse una idea de la magnitud del fondo documental especializado en teatro de la institución, podemos decir que tiene más de 125.000 libros (incluyendo manuscritos), 7.000 audiovisuales, más de 9.500 esbozos escenográficos, 9.000 figurines, 1.000 vestidos, 400 títeres, 500 teatrines y maquetas, 150.000 programas de mano, 9.000 carteles, 1.000.000 fotografías, etc.
Su web es el portal de acceso a todos sus fondos y recursos en línea, donde destacan entre otros: el depósito digital Escena Digital, con colecciones de archivo y museo con más de 120.000 documentos digitalizados; Biblioescènic, el catálogo bibliográfico y audiovisual con 125.000 registros, la Hemeroteca Digital, con más de 60.000 noticias sobre las artes escénicas en Cataluña des del año 2004; y diferentes bases de datos relacionadas con el mundo del teatro.
Bibliografía
- Elias, F. (1931). La Vida i l’obra de Soler i Rovirosa. Barcelona: Seix i Barral. 144 p., 43 f. de làm.;. (Exemplar en paper especial ; 273) <https://ddd.uab.cat/record/72960> [Consulta: 2 novembre 2020].
- Bravo, I. (1986). Francesc Soler i Rovirosa: 1836-1900. < http://hdl.handle.net/20.500.11904/1026> [Consulta: 2 novembre 2020].
- Intitut del Teatre (1983). Esbossos i teatrins. Adquisicions escenogràfiques del Museu de les Arts de l’Espectacle, 1983-1984. < http://hdl.handle.net/20.500.11904/1024> [Consulta: 2 novembre 2020].
Ficha de la pieza
Título: Aida. Acte II, Quadre 2. Teatrín.
Signatura: Francesc Soler i Rovirosa (1836-1900)
Año de Creación: 1876
Institución: Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques (MAE)
Enlace a su ficha en el catálogo: (pinche aquí)
*Imagen de portada: Teatrín de Francesc Soler i Rovirosa, para la ópera Aida, de Giuseppe Verdi, representada en el Teatro Principal de Barcelona el 16 de abril de 1876.
Artículo facilitado por: Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques (MAE) de l’Institut del Teatre