El verano ya está aquí, y las ideas de sol y vacaciones con muchas menos restricciones que el año pasado llenan de alegría a la población. Unas restricciones que nos hacen mirar a nuestro pasado reciente como una de las épocas más difíciles que hemos tenido que pasar. Se trata, sin embargo, de una perspectiva limitada, ya que a lo largo de la Historia hemos tenido que hacer frente a situaciones mucho más duras.
Y este es el caso de la joya documental que os traemos hoy: el verano en un entorno muy distinto, en las calles de San Petersburgo en julio de 1914. Con la Primera Guerra Mundial en sus inicios -guerra que, recordemos fue una sangría para la población rusa, ya bastante diezmada por las hambrunas, la explotación y las revueltas políticas- y que propició la Revolución rusa poco tiempo después. A pesar del peligro y la miseria reinantes, los peterburgueses parecen alegres y esperanzados ante una contienda que, en un principio, parecía que iba a ser breve y con buenas perspectivas. Esta esperanza y alegría es la que vemos en el niño que saluda a cámara, y que sigue siendo propia -en circunstancias muy distintas- entre los niños del siglo XXI.