La Biblioteca Regional de Madrid, Joaquín Leguina conserva entre sus fondos patrimoniales una extensa colección de 30 000 carteles entre los que hoy queremos destacar la “Colección Vinfer”, un conjunto documental que representa el cartelismo español y sus tendencias desde finales del siglo XIX a la primera mitad del siglo XX. Esta colección, que continúa enriqueciéndose, está formada en la actualidad por más de 90 carteles, mayoritariamente del artista Vinfer y Litografía Fernández, así como de otros ilustradores de la época como Parrilla, Demetrio o Kit. El teatro, el cine y los espectáculos son la temática más sobresaliente junto a algunos carteles que representan aspectos de la vida social de aquellos años.
César Fernández Ardavín (Vinfer)
César Fernández Ardavín, conocido como Vinfer (anagrama de Fernández Ardavín), nació en Madrid el 3 de julio de 1883 y murió el día 19 del mismo mes del año 1974. Se le conoce como un célebre cartelista y pintor.
Perteneció a una familia madrileña muy ligada al cine. Su hermano Luis (1892-1962) fue dramaturgo y poeta, además de periodista, guionista cinematográfico y presidente de la Sociedad General de Autores y Editores entre los años 1952 y 1962. Eusebio (1898-1965) tocó casi todas las disciplinas cinematográficas, destacando como guionista y director. Desde pequeños, los hermanos se sintieron atraídos por el arte escénico y representaron obras de teatro en el estudio familiar.
César estudió en la Escuela de Artes y Oficios donde tuvo como profesores a Luis Menéndez Pidal y Cecilio Plá (del que se conserva en la Biblioteca Regional de Madrid una postal dirigida a su alumno). En sus inicios, proyectaba ser profesor mercantil. Desde muy joven había colaborado con su padre en el estudio litográfico familiar pintando carteles de cine, circo, toros y variedades. Un polifacético artista acorde con su época.
En su primera etapa de pintor, sus temas preferidos fueron los ambientes y tipos extraídos de la España del momento, y en sus cuadros destacan los tonos oscuros, que evolucionaron hacia los paisajes. Además de los óleos realizó más de mil dibujos. Su hijo, César Fernández-Ardavín Ruiz (1923-2012), se mantuvo en la senda del arte. Conocido director de cine, además de guionista, realizó numerosas películas entre 1952 y 1979. “El Lazarillo de Tormes” ganó el Oso de Oro del Festival Internacional del Cine de Berlín del año 1960.
Litografía Fernández, una empresa familiar
Eusebio Fernández Mingo (1860-1943), con espíritu emprendedor desde joven, se interesó muy pronto por el mundo de la imprenta y las nuevas técnicas litográficas. Su gran sensibilidad artística se unió a una excelente intuición para los negocios, y fundó su propia empresa establecida en la calle Feijóo 3 de Madrid, bajo el nombre de Litografía E. Fernández.
Sus comienzos coincidieron con un momento álgido de la técnica litográfica, muy apropiada para un momento de desarrollo comercial y publicitario. Además, la introducción de la cromolitografía va a favorecer que la amplitud documental ofrezca una rica muestra de cartelería, portadas de libros, estampas, etiquetas para productos, cromos…
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La empresa se convertirá con el tiempo en un importante taller, adaptado de forma progresiva a las nuevas técnicas de impresión y cartelería. Transcurridos 10 años desde su fundación, el taller se trasladó a la calle Gonzalo de Córdoba 17, donde los hijos de Eusebio desarrollaron sus habilidades artísticas, destacando César Fernández Ardavín, el mayor de cinco hermanos y una personalidad relevante para el auge de la empresa hasta bien entrado el siglo XX. César va a ser el principal motor y acabará asumiendo el negocio familiar. A partir de entonces, se conocerá de forma generalizada como Litografía Fernández.
Al comparar los carteles producidos en las dos épocas en las que se divide la producción de la empresa, salta a la vista la disparidad entre ambas etapas. Dejando a un lado las diferencias de estilos artísticos, vemos cómo los primeros carteles se fabricaban para su venta y para su exhibición permanente, preferentemente enmarcados. Mientras que los carteles elaborados a partir de los años 1910 son ya modernos carteles publicitarios, creados por encargo de un anunciante (empresario o artista) y destinados a ser pegados por las calles, bien en lugares específicos (la entrada de un teatro, carteleras de alquiler), bien en cualquier superficie pública al aire libre. La vida de estos carteles era inevitablemente efímera y, con mayor o menor rapidez, su destino era ser retirados al concluir el espectáculo anunciado, ser cubiertos por un nuevo anuncio o desaparecer bajo el efecto de la luz y de la lluvia.
Los carteles litográficos y la obra de Vinfer
A excepción de los carteles presentados a concursos, durante el primer tercio del siglo XX el punto de partida para la creación de un cartel publicitario pasaba porque el anunciante contratara, directamente o a través de una agencia, al cartelista y al litógrafo de su elección. El coste del cartel comprendía los gastos de croquis y boceto, de papel, de impresión y, finalmente, de colocación (con sus eventuales tasas).
En primer lugar, se solía hacer un croquis a lápiz. Si el anunciante tenía alguna idea o deseo en particular era el momento de comunicárselo al artista. Aceptada la idea, se pintaba un boceto o modelo que, según el tipo de cartel y las preferencias del artista, se ejecutaba al óleo o con colores al agua más o menos opacos. En el caso de la litografía en color, cuando no intervenía la fotografía o lo hacía de forma muy limitada, este modelo se hacía del tamaño del cartel definitivo. También era en este momento cuando el cartelista procedía a seleccionar los colores a utilizar, los cuales, en un cartel polícromo solían oscilar entre los cuatro y los ocho colores, si bien no había una norma fija. La selección de los colores a usar era fundamental no solo por motivos estéticos, sino porque cada color requería una plancha, un entintado y una impresión consecutiva, con el consiguiente aumento del coste del cartel con cada nuevo color.
A partir de ahí, era necesario pasar el dibujo al soporte de impresión, esto es, a la piedra litográfica o la plancha de zinc. Era necesario dibujar la parte de la composición correspondiente a cada color en un soporte independiente, el cual, finalmente, era entintado y estampado sobre el papel en un determinado orden, de manera que la superposición de todas las tiradas formaba la imagen polícroma completa.
Las obras de Vinfer conservadas en la colección dan testimonio de este proceso. En los modelos son frecuentes las indicaciones a lápiz, tanto sobre los colores a emplear como sobre detalles a corregir. Además, en el caso de los modelos para carteles anunciadores de espectáculos, por fotografías de la época sabemos que se diseñaban de acuerdo con la decoración del escenario, la ropa de los actores, los protagonistas y, en general, con el resto del material publicitario impreso para la ocasión. Es fácil observar esto, por ejemplo, comparando el modelo preparado para el cartel de la obra “Los verderones” de Jacinto Guerrero con las fotografías del estreno publicadas en las revistas de la época (1929).
Por su parte, las pruebas de impresión y los carteles acabados muestran la importancia de los colores seleccionados en el efecto final del cartel. También se hace patente la maestría de Vinfer en el uso combinado del modelado a lápiz y de la tinta litográfica, procedimiento con el que consigue expresividad, volumen y realismo en la representación de la textura de los diferentes materiales, incluso cuando trabaja en carteles de un solo color. Como ejemplos significativos se puede ver el cartel para la bailarina Nati Morales o el cartel de las hermanas Pyl y Myl, basado en una fotografía de Calvache.
El espectáculo de una época dorada
Los últimos años del siglo XIX vieron surgir nuevos géneros teatrales, una nueva industria ligada a espectáculos que rompían con el mundo precedente: los bufos madrileños, el teatro por horas, el género chico o el género ínfimo hicieron su entrada en escena. El teatro se abría así a un público más amplio y a diferentes clases sociales.
En sus inicios el teatro por horas permitió escenificar teatro popular en un solo acto, con un componente inequívoco de espontaneidad. Después el género chico incorporaría la música. Paralelamente, el género ínfimo representaba obras breves, con contenidos picantes, que buscaban mucho antes el beneficio económico entre el público masculino que la calidad de sus actuaciones.
Sin embargo, supuso el inicio de otras formas artísticas que, con el paso de los años, irán evolucionando hacia las variedades selectas, un género que tuvo su apogeo en las primeras dos décadas del siglo XX. Mejora el nivel interpretativo, y la música se conjuga con el baile y las letras humorísticas. Los teatros madrileños Lara, Eslava, Novedades, Apolo o el de la Zarzuela abrieron sus puertas a estas nuevas corrientes cada vez más extendidas entre un público deseoso de encontrar divertimento atrevido sin caer en la falta del decoro de su época.
Los carteles publicitarios acompañaron a estas nuevas empresas de la escena dando protagonismo a sus artistas, mayoritariamente femeninas. A través de sus coloridos carteles vamos descubriendo a unas auténticas estrellas del primer tercio del siglo XX: Amalia de Isaura o Blanquita Suárez interpretan el cuplé con desenfado; Reyes Castizo representa nuevos bailes extranjeros como el charlestón. Otras artistas, como Pastora Imperio, se mantienen en el entorno de la canción española, ya sea con ambiente andaluz como Amalia Molina o con mayor énfasis en la danza, como la Bella Otero, la Argentina y la Argentinita.
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No obstante, el brillo no duraría demasiado. El desgaste de este género a finales de los años 1920 produjo la caída de muchas de sus protagonistas que verán apagarse todas las luces. Algunas de ellas consiguieron una segunda oportunidad a través de la naciente industria del cine: Amalia Cruzado, Blanca Negri o Celeste Grijo. También surgieron nuevas artistas como Estrellita Castro o Conchita Piquer.
El otro punto de inflexión estuvo marcado por el surgimiento de un nuevo estilo de vodevil, la revista, que presentaba números musicales con mejor puesta en escena y una interpretación más cuidada. Perlita Greco o Celia Gámez se asomaban entre estos telones.
El mundo publicitario había abierto una ventana luminosa al mundo de espectáculo. Pero desde mediados de los años 30 muchas de sus artistas cayeron en el olvido y quedaron invisibilizadas y silenciadas. La llegada de estos carteles a la BRM ha supuesto un auténtico reestreno que ha vuelto a dar nombre a tantas figuras que llenaron aquellos escenarios de música, baile, color, humor y frescura.
La Colección Vinfer en la Biblioteca Regional De Madrid
En 2018 la librería salmantina Mundus libri ofreció a nuestra biblioteca 7 dibujos originales firmados por Vinfer. Se abría de este modo una nueva colección dentro nuestro fondo documental de carteles. Desde este punto de partida, pudimos contactar también con la madrileña librería Arenal 21 que nos ofreció 83 carteles publicitarios de gran formato, que conforman, junto a los dibujos previos, la actual Colección Vinfer de la Biblioteca Regional.
Su calidad artística, su atractivo colorido y, al mismo tiempo, su fragilidad, necesitaron de trabajos de restauración y limpieza que se llevaron a cabo poco después de su adquisición. A ello siguieron su catalogación, la digitalización completa de todos ellos y su puesta a disposición del público que ahora puede disfrutar de estos carteles a través de la Biblioteca Digital de Madrid. Esto ha sido posible gracias a la autorización de la familia Fernández-Ardavín.
El conjunto documental también ha sido expuesto en la Sala de exposiciones de la BRM durante los primeros meses del 2020.
Dentro de la colección se encuentran retratos de la Familia real española de los primeros tiempos de la Litografía E. Fernández, pero sobre todo, se presentan carteles editados e impresos por la segunda generación Ardavín y que aparecen con los datos de la Litografía Fernández, Vinfer Carteles Artísticos o Affiches Vinfer.
La colección continúa abierta y seguiremos adquiriendo material, tanto de Vinfer como de la Litografía Fernández. Recientemente, la BRM ha tenido una interesante oferta de cerca de 20 dibujos originales que enriquecerán la ya consolidada muestra, que actualmente constituye una de las más representativas de la familia Ardavín.
La incorporación de estas joyas documentales tiene un valor histórico, estético, documental y artístico destacable en los fondos de la BRM. Ha supuesto la posibilidad de profundizar en la figura artística de César Fernández Ardavín, así como en las de otros ilustradores representativos de la época; nos ha aportado un mayor conocimiento sobre la litografía madrileña, centrándonos, en la reconocida Litografía Fernández. Y nos ha introducido en el mundo del espectáculo de una época olvidada que destacó por su innovación, esplendor y magnificencia.
Bibliografía
- AMORÓS, Andrés (1991): Luces de candilejas: los espectáculos en España (1893-1939). Madrid: Espasa Calpe.
- ANTÓN SÁNCHEZ, Laura (2000): César Fernández-Ardavín, cine y autoría. [Madrid]: Egeda.
- BARRERA MARAVER, Antonio (1986): Crónicas del Género Chico y de un Madrid divertido. Madrid: Avapiés.
- Carteles de cine de 1915 a 1930. Colección Fernández Ardavín. Sala de exposiciones de la Filmoteca Española, Palacio de Perales, enero de 2005, (2004). Madrid: Filmoteca Española.
- Circus Arts Foundation: https://circusartsfoundation.org
- DERMÉE, Paul, et al. (1927): La técnica del cartel moderno. Barcelona: Labor.
- GARCÍA-RAYO, Antonio (2020): “Los carteles cinematográficos de Vinfer (seudónimo de Eusebio Fernández Ardavín) impresos en la Litografía madrileña E. Fernández”. Archivo Fundación AGR, 15 de julio de 2020, https://archivo-agr.blogspot.com/2020/06/los-carteles-cinematograficos-de-vinfer.html
- Historia de los espectáculos en España / C. Alvar… [et al.]; coordinadores, Andrés Amorós y José M. Díez Borque. — Madrid: Castalia, D.L. 1999
- RETANA, Álvaro (1964): Historia del arte frívolo. Madrid: Tesoro
Artículo facilitado por: Biblioteca Regional de Madrid «Joaquín Leguina»