Juan de Dios López López lidera junto a dos colegas de la Universidad de Córdoba un proyecto que analiza el creciente interés por el cine doméstico y su reivindicación como parte del patrimonio cinematográfico. Retomamos la charla con él para profundizar en la inclusión de este en las filmotecas y otros archivos públicos.

 

(ARCHIVOZ) ¿Cómo ha sido la respuesta por parte de los particulares (de los dueños o sus descendientes) en cuanto a la cesión de los materiales? ¿Cuáles son las ventajas para ellos? Ceden un poco de su «intimidad» al compartir imágenes del entorno familiar pero por contra ¿qué reciben? ¿Cuáles crees que son las bazas para que instituciones como archivos o filmotecas se muestren interesadas en estas cintas?

(JDLL) Hay varios motivos que pueden llevar a donar estos materiales. En primer lugar, por supuesto, la posibilidad de obtener gratuitamente una copia digitalizada de las películas. Mucha gente ya no cuenta con el proyector y lleva mucho tiempo sin ver sus películas familiares grabadas en Super-8 (y esto está comenzando también a pasar con formatos más actuales como el VHS), por lo que tener una copia digitalizada les da la oportunidad de volver a ver sus películas grabadas hace 40 o 50 años, la oportunidad de ver imágenes en movimiento de seres queridos que ya no están, etc. En el caso del proyecto “Mi Vida” de la Filmoteca de Andalucía, la cesión del material puede ser temporal. Es decir, que una vez digitalizada la cinta, el donante puede depositar la cinta original en la filmoteca o llevársela de nuevo a casa.
Pero también hay otros motivos, y esto son hipótesis con las que estamos trabajando, como, por ejemplo, que se hayan heredado esas películas y ya no signifiquen mucho personalmente porque no se conoce quiénes son las personas que aparecen filmadas. Podría ser una bisabuela o un tío lejano de quienes apenas conoces nada, porque no te han contado las historias que hay detrás de la película. Entonces, hay poco apego al material, pero consideras que puede ser importante quizás desde un punto de vista histórico o de la investigación. O, incluso, puedes tener la esperanza de que llegue a alguien que te pueda contar esas historias olvidadas. En cualquier caso, dilucidar cuáles son esos motivos forma parte de nuestros objetivos de investigación.

(ARCHIVOZ) Quizá por cercanía cultural y territorial uno de los proyectos que más os toca es «Mi Vida» de la Filmoteca de Andalucía. ¿Podrías comentarnos en qué se basa, qué tipo de materiales reúne y cómo se organizan?

(JDLL) El proyecto de la Filmoteca de Andalucía surge en 2016 con la intención de recopilar cine doméstico producido en Andalucía en formatos que, por el paso del tiempo, corren riesgo de deterioro o pérdida, como el 16mm o el 8 mm. Pero sobre todo, el popular Super-8, que es el formato que más se ha donado. La Filmoteca ha puesto en marcha varias campañas solicitando donaciones, pero el proyecto sigue abierto de modo continuo y sigue recibiendo películas. Como bien dices, el proyecto ”Mi Vida” nos toca de cerca puesto que trabajamos justo al lado de la filmoteca andaluza. No obstante, lo interesante es que no se trata de un proyecto aislado, sino que se inscribe en un conjunto de proyectos similares, interesados en la recuperación de cine doméstico, que se están desarrollando en los últimos años tanto a nivel nacional como internacional. De hecho ya se ha constituido una red, la Red de Cine Doméstico, que une y coordina a varias de estas iniciativas surgidas en todo el territorio del estado español.

 

(ARCHIVOZ) Sois conocedores que en otras comunidades como Murcia, Galicia o Extremadura se están llevando a cabo proyectos similares. ¿A qué factores puede deberse esta sensibilidad hacia el cine doméstico como tendencia?

(JDLL) Creo que tiene ver con varios motivos. En primer lugar, hay que considerar el desarrollo de las tecnologías audiovisuales que, por un lado, han dejado obsoletos los formatos que se están recuperando, como el Super-8, pero también otros como el VHS que creo que no tardará en ser objeto también de campañas de recuperación. Pero, por otro lado, el mismo desarrollo tecnológico ha posibilitado la digitalización de ese material fílmico destinado a perderse. Esta aceleración tecnológica se inscribe también en un incremento del sentimiento de nostalgia por el pasado perdido que está íntimamente relacionado con esa “inflación patrimonial” de la que hablábamos antes. También habría que considerar, a mí juicio, las nuevas tendencias historiográficas que tratan de construir la historia con materiales que vayan más allá de los documentos oficiales y las perspectivas del poder instituido. Tampoco se puede desdeñar al considerar este interés por las películas caseras las propias texturas y cualidades del cine doméstico: su apariencia de verdad, su supuesta ingenuidad, su idealización de la familia, etc.; o, incluso, podríamos apuntar como motivo del interés contemporáneo por el cine doméstico la actual reconfiguración de los espacios público y privado o la propia transformación de la noción de intimidad. Me parece evidente, por todos estos motivos, que el cine doméstico, y las prácticas de archivo en las que está siendo incluido, nos brinda múltiples líneas de investigación fértiles y novedosas.

(ARCHIVOZ) Más allá del formato, del propio valor documental del cine doméstico, una vez que los fondos sean digitalizados ¿podrían surgir nuevos usos como material de recurso y documentación para artistas, universidades, productoras o directores del cine de reapropiación?

(JDLL) Por supuesto, de hecho los ejemplos son ya múltiples. Efrén Cuevas, profesor de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Navarra, ha estudiado a fondo el tema y coordinó en 2010 el libro ‘La casa abierta. El cine doméstico y sus reciclajes contemporáneos’, un trabajo de referencia en nuestro proyecto en el que se analizan varias experiencias de reutilización y reapropiación de películas caseras. Muchos cineastas contemporáneos utilizan metraje doméstico en sus producciones cinematográficas, ya sea como material exclusivo o intercalándolas en el montaje con imágenes rodadas profesionalmente. También la televisión lleva décadas utilizando imágenes domésticas en diversos tipos de programa. Recordemos, por ejemplo, ‘Videos de primera’ realizado casi exclusivamente con vídeos familiares en los que aparecían situaciones cómicas, caídas, golpes, etc. Y, por supuesto, en la actualidad se pueden encontrar múltiples imágenes domésticas o “no profesionales” en los informativos, en programas de entretenimiento, de humor, nostálgicos, etc. La actual recuperación de películas caseras en formato Super-8 y su puesta a disposición de artistas, investigadores o cineastas creo que augura un uso mucho mayor de estas imágenes en producciones y estudios de todo tipo.

 

 

Juan de Dios López López es Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba y doctor en Antropología Social por la Universidad de Granada. Obtuvo el Premio de Investigación PatrimoniUN10 a la Mejor Tesis Doctoral, concedido por el Campus de Excelencia Internacional en Patrimonio de la Universidad de Jaén. Es miembro del grupo de investigación Laboratorio de Estudios Interculturales de la Universidad de Granada. Ha trabajado como investigador social tanto en universidades como en otras instituciones públicas y privadas y ha participado en proyectos de investigación nacionales e internacionales sobre patrimonio inmaterial y procesos de patrimonialización, el fenómeno turístico o la pobreza urbana, entre otras temáticas. Junto a Ignacio Alcalde Sánchez y Fernando Cañete Buenestado lleva cabo el proyecto de investigación ‘De imagen íntima a patrimonio audiovisual. La inserción del cine doméstico en el archivo público’.

 

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