Villaseñor, A. y Zolla, E.(2012) definen al patrimonio como el término que transmite la idea de la singularidad del legado cultural, consideran que el concepto de patrimonio ha representado un avance importante para la comprensión cabal de los legados culturales de los grupos sociales. Continuan afirmando que es el que contextualiza las expresiones culturales en realidades sociales específicas, con un mismo sentido de pertenencia grupal y no de un conjunto de manifestaciones diversas creadas por los distintos pueblos. Por otra parte, está el problema de que, invariablemente, el término “patrimonio” va seguido de una noción de propiedad, ya sea “patrimonio cultural inmaterial del lugar de pertenencia» o “de la humanidad”.
El criterio utilizado por la UNESCO (2017) para determinar qué es el patrimonio inmaterial privilegia el salvaguardar productos culturales específicos en los procesos y relaciones que determinan la producción de éstos. Las declaratorias se concentran en el rescate, protección y promoción de los rasgos visibles y materiales de una práctica (sea una fiesta, una danza, un ritual o un mercado).
El reconocimiento de ciertas prácticas culturales como parte del patrimonio inmaterial en las que un país las relocaliza en un conjunto de estructuras políticas, económicas y simbólicas que rebasan el ámbito en el que habitualmente se desarrollan (cultura local), por medio de la intervención de una serie de agentes e intereses localizados en distintos ámbitos y niveles de gobierno (nacionales e internacionales), en la industria turística o en los medios de comunicación. (Villaseñor, A. y Zolla, E., 2012)
Las naciones promueven como patrimonio a aquellas prácticas que tienen un potencial especial para proyectar al país al extranjero, mientras que muchas otras expresiones, quizás menos espectaculares y aparentemente humildes, son generalmente ignoradas. Muchas de las expresiones no promovidas institucionalmente son practicadas por grupos sociales,sin necesariamente ser concebidas como “patrimonio”, las valoran y promueven por considerarlas centrales para el desarrollo de su vida comunitaria. (Galeano, S. y Beltrán A., 2008)
El espacio público, según Delgado (2011), se concibe o mueve entre dos discursos principalmente. Por un lado, se concibe como aquel vacío el cual se debe intervenir, en palabras de Delgado (2011), esta concepción “ […] se puso de moda entre los planificadores, sobre todo a partir de las grandes iniciativas de reconversión urbana , como una forma de hacerlas apetecibles para la especulación, el turismo y las demandas institucionales en materia de legitimidad” (p. 9). Por otro lado, se percibe la idea de espacio público en el marco ideológico, así pues términos como democracia, ciudadanía, convivencia, civismo , consenso, entre otros , se materializan en el espacio público. De acuerdo a esto último, el espacio público permite las relaciones entre individuos, espacio dirá Delgado (2011) “de y para las relaciones en público”. (p. 17).
Desde la filosofía política, espacio público es coherente con “esfera pública” donde en su coexistencia persiguen una organización del vínculo social. Existe pues una connotación política, donde la esfera pública se concibe desde el ser humano reconociéndose en relación con otros. Sahui (2000) citado por Delgado (2011) agrega y enfatiza en “espacio de encuentro entre personas libres e iguales que razonan y argumentan en un proceso discursivo abierto dirigido al mutuo entendimiento y a su autocomprensión normativa” (p. 21). Este espacio se entiende no solo como la materialización de escenarios sino además, como aquel espacio que logra la reunión de sistemas democráticos donde prevalecen valores como la igualdad, derechos de expresión y formas de control sobre la autoridad o poderes en el marco de un diálogo crítico.
A propósito de lo anterior, Delgado (2011) proferirá “[…] es eso lo que hace que una calle o una plaza sean algo más que simplemente una calle o una plaza. Son o deben ser el proscenio en que esa ideología ciudadanista se pretende ver a sí misma hecha realidad, el lugar en el que el Estado logra desmentir momentáneamente la naturaleza asimétrica de las relaciones sociales que administra y a las que sirve […]” (p.28). El espacio público vendría a ser entonces, extensión material de ideología, un espacio para la comunicación, el intercambio y las negociaciones, accesible a todos y con pilares fuertes en la libertad formal y la igualdad de derechos. Delgado (2011) lo sintetizará en lo llamado “lugar para la mediación entre sociedad y Estado”. Dicha interacción trae a colación la articulación de subjetividades generando así, realidades específicas con base a elementos cognitivos. Esta interacción generalizada nos remite a la concepción de convivencia cívica. Por la líneas de Habermas (1992) se podría definir desde la acción comunicativa donde se establece no solo el “hablar” sino también, un “saber estar” y un “saber hacer” en la dinámica de la comunicación y el consenso.
La identidad de los individuos y los colectivos queda delegada a aquello que emerge en el transcurso de sus intervenciones e interacciones. Las ventas callejeras son un fenómeno especialmente focalizado y que sus aglomeraciones o clusers no coinciden con las de los establecimientos de comercio, pero sí con los corredores peatonales.(Rocha García,2006, p.9)
La anterior conceptualización puede aterrizarse en los acontecimientos presentados en Europa, a mediados del siglo XIX, donde la proliferación de polígonos de viviendas genera una lucha de clases en torno al significado del fenómeno urbano , así como el valor y el sentido de urbanismo. Dichas revueltas de las que fueron partícipes sectores excluidos e insumisos se revelaban ante la miserabilización de los polígonos de viviendas los cuales carecían de políticas sociales que revitalizarán el Estado de Bienestar ( escolarización, atención sanitaria, servicios sociales, crisis del alojamiento social).
Por estas mismas líneas de identidad en el espacio público nos es necesario traer a colación la conceptualización de chaza. Se entiende coloquialmente a la chaza como una “tarima para la venta ambulante” (TuBabel.com, s.f) o a la disposición de un maletín o carro de mercado que se ofrece dulces, productos de paquete, chicles,ollas, vegetales, cigarrillos, minutos a celular a precios considerables, su variedad está directamente ligada con su especialidad. Estos “sectores informales” se asocian con la existencia de ramas del sector económico que escapan de regulaciones estatales y generan formas alternativas de inserción social (Galeano, S. y Beltrán A., 2008). Tiene en cuenta variables como el mercado laboral, el mercado y sus condiciones, donde se muestra el progreso de la economía capitalista como modelo único de interpretación, es por esto que la manifestación del fenómeno informal, es un excedente del desarrollo que implican las nuevas realidades de mercado, plantea este mismo desarrollo teniendo en cuenta su avance autónomo.
Caldas G., S. (2010) dice que “los vendedores ambulantes son las personas que se dedican a actividades de subsistencia, es decir, a una actividad económica informal” lo que llevaría a pensar que en el entorno informal se maneja una economía sólida de tal manera que le pueda garantizar la subsistencia de los vendedores y a sus familias. La migraciones hacia las ciudades en búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo y las crisis económicas, no solo lleva a padres y madres cabeza de familia a optar por métodos alternativos de subsistencia más allá de un trabajo convencional, la adopción de la informalidad llevó hasta a los niños integrantes de estas familias a trabajar para aportar a los gastos del diario vivir. El mismo comportamiento de la sociedad, del mercado y de la falta de garantías de los gobiernos, es que se le dan a las familias la necesidad de entrar en la informalidad como medio de supervivencia.
Galeano, S. y Beltrán A. (2008) Rescatan el contexto que recae sobre los distintos actores que conforman grupos donde prima la colaboración mutua, una colaboración basada en intereses comunes más que en intereses colectivos. Esta colaboración crea lazos de solidaridad, visibles en diferentes ocasiones, como en el cuidado de los niños o cuando se sienten amenazados o afectados por algún factor externo. Estos grupos construyen su propio territorio, se apropian de espacios definidos como públicos y establecen unos límites, no sólo espaciales sino también sociales, en la medida en que determinan quiénes pertenecen al grupo, quiénes son una amenaza y con quién se pueden entablar relaciones de compañerismo.
Barranquilla; secuencia 70 (1961). Tomada de: http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/125228/0
Un punto en el que Galeano, S. y Beltrán A. (2008) y Villaseñor, A. y Zolla, E., (2012) coinciden es en cómo los países suelen postular a la Lista Representativa del Patrimonio Oral e Intangible (https://goo.gl/z5ycBi), las expresiones que sean coherentes con las políticas nacionales. Frecuentemente el resultado de esta lista no es representativo de la diversidad y riqueza cultural de un país, sino de la capacidad de los actores institucionales para identificar y gestionar expresiones sobresalientes, o aquellas que resultan convenientes de promocionar por razones políticas o económicas. “Más allá del problema de qué tan representativas son, está el hecho de que la intención por salvaguardar estas prácticas parece ser la conservación de un muestrario cultural, más que la protección del conjunto de relaciones sociales que producen y se manifiestan en dichas prácticas.”
Mercado de San Alejo. (197?). Tomada de: http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/27295/0
La política de la UNESCO referente al patrimonio inmaterial se ha permitido abrir espacios aprovechados por muchas comunidades y pueblos para ampliar y consolidar su presencia, garantizan la integridad de prácticas y espacios amenazados por la acción de gobiernos nacionales y locales. El hecho de que muchas expresiones culturales se lleven a cabo en nuevos espacios, que sean vistas por otros públicos e incluso que se comercialicen, no implica necesariamente que entren en crisis o pierdan su significado local.
Las ventas se clasifican según el grado de afectación del espacio público según el Artículo 1 del Decreto 098 de abril de 2004:
- Vendedores callejeros estacionarios: “Desarrollan su actividad alrededor de kioscos, toldos, vitrinas o casetas, ocupando permanentemente el mismo lugar del espacio público”
- Vendedores callejeros semiestacionarios: “Desarrollan su actividad en carretas carretillas o cajones rodantes, tapetes, telas o plásticos en las que colocan sus mercancías.
- Vendedores callejeros Ambulantes: “Desarrollan su actividad portando físicamente en sus manos o sobre sus cuerpos los productos que ofrecen en venta”.
Entre los múltiples contextos urbanos de la informalidad, el comercio de este tipo constituye una de las preocupaciones en la construcción de las ciudades, teniendo en cuenta la economía precapitalista y los problemas asociados a la ocupación ilegal del espacio público.
“Según cifras del Registro Individual de Vendedores Informales (RIVI), en Bogotá hay más de 43.000 vendedores informales. Según la subdirectora de formación y empleabilidad del IPES, Adriana Villamizar, los vendedores informales no están acostumbrados a cumplir horarios y a pagar impuestos, por eso prefieren continuar con sus negocios en las calles. Para este año, el IPES tiene como meta incrementar el número de ingreso de vendedores ambulantes en un 10% para programas de formación”. (caracol Radio, 2017)
El tiempo (2015) resalta que dos de los efectos negativos que las ventas informales traen a la ciudad se ven reflejados en lo económico y en la salud. Según el Ipes, son cerca de 47.800 vendedores informales que no tributan, lo que genera problemas en el distrito. Los comerciantes legales, que están sometidos a las cargas tributarias, compiten con precios que en la calle son más bajos.
De otro lado está la salud. Según Jaime Urrego, subsecretario distrital de Salud Pública, todo alimento que se consuma y que no tenga las condiciones mínimas es un riesgo por las Etas (enfermedades de trasmisión alimentaria).El funcionario considera que el estado de los alimentos en la calle no es el óptimo, y aún así la gente sigue comprando.
“Portadores de cultura” es el nombre por el cual se nombra a aquellos miembros de una comunidad que de manera activa reproducen, transmiten, transforman, crean y forman cultura. Los miembros de una comunidad, son quienes deben decidir sobre las prácticas culturales a ser preservadas, así como las formas en que estas deben ser protegidas.
“El dilema del prisionero” donde cada individuo ordena sus preferencias respecto al ciudadano de los recursos comunes de la siguiente manera, según Rocha García (2006, p.4) :
- Primero: él no lo hace, pero si los demás
- Segundo: Todos lo hacen
- Tercero: Nadie lo cuida
- Cuarto: Que solo él lo haga
Total se sobre utiliza el recurso y los individuos descuidan el mantenimiento y la provisión del espacio público, se presenta la conducta de el polizon, dandose una falla de mercado y una pérdida de bienestar para el conjunto de la sociedad.
Monnet y Bonnafé (2005, p. 9) Plantearon una diferenciación posible en términos de tres lógicas de organización geográfica del ambulantaje (y del comercio en general):
- lógica de proximidad (el comerciante llega hasta el consumidor final: es el caso no sólo de los ambulantes que venden de puerta en puerta, sino también de los repartidores de empresas como pizzas, etc.);
- lógica de centralidad (el consumidor llega hasta la máxima concentración de sus proveedores: barrios céntricos, avenidas comerciales, shopping malls, mercados o tianguis);
- lógica de movilidad (el vendedor, fijo o no, establecido o no, brinda servicio a un consumidor ambulante).
Modalidades de venta ambulante:
El ejercicio de la venta ambulante o no sedentaria se podrá realizar en alguna de las siguientes modalidades:
- Venta en mercadillos
- Venta en mercados ocasionales o periódicos
- Venta en vía pública
- Venta ambulante en camiones-tienda (vehículos con carácter itinerante que se autoricen justificadamente por los ayuntamientos).
De todas las mencionadas, la modalidad más típica y conocida de venta ambulante legal es la representada por los mercadillos municipales, que deben estar debidamente autorizados por los diferentes consistorios. (Consumoteca: consumidores bien informados, 2017).
Galviz Rojas, y Bula Jimenez ( 2014.P. 45) categorizan diferentes tipos de ventas ambulantes: ordinaria y extraordinaria.
- La venta ambulante ordinaria puede efectuarse en la vía pública o en locales o espacios, abiertos o cerrados, habilitados al efecto, de modo singular y en fecha variables o de modo colectivo, en lugar señalado por el ayuntamiento y dotado de los servicios necesarios, denominado Mercadillo, cuando fuese semanal y Feria Comercial, en los demás casos, en fechas fijas.
- La venta ambulante extraordinaria en los supuestos de venta en feriales y festejos populares, de productos alimenticios perecederos de temporada, de venta directa por agricultores de sus productos, de artículos de temporada y similares.
Tipo de ventas callejeras (según el espacio público)
Galviz Rojas, y Bula Jimenez, (2014.P. 46) dicen que las ventas callejeras se clasificaron según las principales modalidades de ocupación del espacio público: Los vendedores callejeros estacionarios se definen como aquellos que “desarrollan su actividad alrededor de kioscos, toldos, vitrinas o casetas, ocupando permanentemente el mismo lugar del espacio público”; mientras que los vendedores callejeros semiestacionarios son los que “desarrollan su actividad en carretas, carretillas o cajones rodantes, tapetes, telas o plásticos en las que colocan sus mercancías”. Finalmente, los vendedores callejeros ambulantes son aquellos que “desarrollan su actividad portando físicamente en sus manos o sobre sus cuerpos los productos que ofrecen en venta”
El comercio informal hoy en día se ha vuelto una opción de vida, una fuente de ingreso de dinero para poder subsistir. Las clases más desfavorecidas, que optan por esta alternativa en vez de delinquir, se enfrentan a diferentes problemas como el acoso de la policía para recuperar el espacio público, perdida de la mercancía, condiciones climáticas entre otras, que dificulta más su rentabilidad y estabilidad en un plano económico; es preciso que los planes de gobierno, establezcan programas de inclusión y creación de nuevos empleos para atender la demanda de esta población que en muchos casos suelen ser desplazados por algún tipo de conflicto armado y con condiciones de analfabetismo muy alto, es de vital importancia entender las raíces mismas del problema para así mismo dar soluciones innovadoras que reduzcan esta actividad y mejoren la condiciones de vida de las familias afectadas.
Imagen de cabecera: Anciano con su chaza (1978). Tomada de:http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/36857/0
Referencias:
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Carvajal, G. (197?). Mercado de San Alejo [Imagen]. Disponible en: http://catalogoenlinea.bibliotecanacional.gov.co/client/es_ES/search/asset/27295/0
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tuBabel (s.f.). Definición Chaza. Disponible en: http://www.tubabel.com/definicion/47456
Carol Vanessa Santiago Mesa
Profesional en CIencia de la información - Bibliotecologa
Estudiante de la maestria en educación para la innovación y las ciudadanías de la Pontificia Universidad Javeriana, profesional investigadora en el area de bibliotecas populares, públicas y comunitarias.
Mariana Montenegro
Profesional en Ciencia de la información - Bibliotecología
Profesional de Ciencia de la información -bibliotecología de la Pontificia Universidad Javeriana. Durante su carrera ha colaborado con diversas instituciones universitarias y ha publicado en revistas de carácter artístico y acceso abierto. Actualmente realiza estudios con énfasis en <escritura creativa>en Espacio Gran Vía en Vigo-España.