Hoy tenemos el placer de entrevistar a Rita Udina, restauradora especializada en obra gráfica y documental. Su taller, compuesto por un equipo especializado en los diferentes tipos de soportes, ha colaborado con instituciones, empresas y coleccionistas particulares tanto españoles como extranjeros.
(Archivoz) Cuéntanos por encima tu trayectoria profesional y por qué decidiste especializarte en la restauración de libros y papel
(Rita Udina) Estudié BUP y COU ciencias, y luego entré en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Muebles de Cataluña.
Escogí la especialidad de papel y libros, de las cuatro que había. Me maravillaba la idea de poder recuperar material celulósico, aparentemente tan frágil. Pero como decía un profesor (Xavier Alcalde), da lo mismo especializarse en una cosa que en otra si hay vocación. Cuánto más conoces un soporte, más te gusta. Tenía razón.
(Archivoz) Háblanos de tu taller. Desde su fundación en 1999, ¿cómo ha sido su evolución?
(RU) Al principio me centré en ganar experiencia. Invertí mucho en el “puerta a puerta” (¡entonces no había internet!): para mi un esfuerzo titánico. Pero era un momento de “vacas gordas”. Hacer hoy lo mismo no me hubiera brindado los mismos resultados, seguro.
Después hay que ganarse la confianza de tus clientes y eso también cuesta mucho, porque por cuestiones de “transparencia” a veces no es posible que te hagan dos encargos consecutivos o no está en manos del responsable basar la elección en parámetros de excelencia, porque manda la dichosa “oferta más económica” (en realidad más cara a medio plazo).
A raíz del blog que escribo (https://ritaudina.com/es en catalán, castellano e inglés) empezó mi internacionalización, que me ha dado mayor visibilidad y me ha permitido conocer a grandes profesionales.
Recientemente he abierto una nueva puerta, la de la formación, con la que disfruto enormemente. Doy cursos a restauradores de todo el mundo y también a no profesionales, gente de archivos, bibliotecas…
(Archivoz) Según tu experiencia como colaboradora en distintos archivos nacionales e internacionales, ¿qué problemas crees que presenta la documentación hoy en día en cuanto a su conservación se refiere?
(RU) Imagino que el mayor reto está en abordar la cuestión digital. Creo que los estándares en cuanto a conservación de soportes celulósicos están ya muy maduros (mínima intervención, preservación, almacenaje, etcétera) y que el reto hoy radica en hacer una gestión inteligente de los materiales digitales, al mismo tiempo que el de gestionar la digitalización de los ya existentes en papel.
El legado fotográfico de las dos o tres primeras décadas desde la popularización de imágenes digitales estará desgraciadamente muy mermado debido al desconocimiento del soporte digital. Antes se cubría un evento con un reportaje de 36 fotos de alta calidad (con negativo). Ahora se cubre con 500, muchas de muy baja resolución y calidad artística/documental mediocre. Guardar tantas imágenes obstaculiza y encarece su conservación. Los archivos digitales, imágenes o no, deben poder leerse en un futuro, cuando los programas actuales sean obsoletos.
Y por lo que refiere a digitalizar documentos en papel parece que una vez digitalizado ya podemos olvidarnos del original y no es así. Los microfilmes quedaron obsoletos cuando aparecieron copias digitales en color. Y en unos años, lo digitalizado con los recursos actuales quedará obsoleto porque no recoge esto o aquello. Sólo el documento original tiene todos los metadatos: la marca de agua, el grosor, los componentes de aquellos materiales con los que fue manchado, sellado, pegado, cosido… El original es irremplazable y se debe conservar.
¿Podrías compartir con nuestros lectores algunas pautas de conservación documental?
(RU) Primero está la buena gestión documental: un documento fuera de contexto, desordenado, o sin identificar no sirve, se olvida y se pierde. Y también es primordial que las condiciones ambientales no sean desfavorables: cambios moderados de humedad relativa y temperatura.
Todo lo demás es cuestión de sentido común: manipular las obras con cuidado, dotarlas de envoltorios protectores, que el mobiliario sea también adecuado…
(Archivoz) Además de restaurar, como nos has comentado antes también impartes cursos de restauración. ¿Cuál de ellos tiene mejor acogida?
(RU) Todos han tenido una excelente acogida, creo que el éxito radica en que soy una entusiasta de la restauración. Entre colegas disfruto compartiendo los logros y también las batallas menos lucidas, siempre con sentido del humor y ganas de aprender yo también.
Cuando los doy a no profesionales intento trasladar mi apasionamiento. Esta semana imparto uno sobre reparación de libros para bibliotecarios. En la primera sesión les explico qué es y cómo funciona un libro. Parece pedantería pero en seguida se dan cuenta de que este objeto es tan cotidiano como complejo, tan sencillo como efectivo y que para repararlo hay que conocerlo desde sus entrañas. Los libros son objetos maravillosos y no únicamente por su contenido: hay tantísimas estructuras diferentes… Destinamos toda una mañana a observarlos: cómo se sujetan las hojas, cómo se abren, por qué, cuándo se rompen… ¡la sesión se pasa volando!
(Archivoz) ¿Crees que es necesario que los archiveros, bibliotecarios y gestores de la información en general posean una formación en restauración documental?
(RU) Deberían tener unos conocimientos más teóricos que prácticos. Hay que conocer las posibilidades de una restauración para saber qué resultados esperar y cuáles no. Hay que estar familiarizado con conceptos como reversibilidad, mínima intervención y también con las nuevas técnicas y materiales que van surgiendo, precisamente para no dejarse deslumbrar por ellos, y ser cautos.
Por ejemplo: en el Rijksmuseum se gastaron un dineral para poner paspartús de conservación –entonces lo más plus– a la colección de grabados (Rembrandt, Dürer, etc.). A los 15 años habían provocado unas preciosas manchas, lo llamaron el “efecto Mondrian” por los rectángulos de ese oscurecimiento, coincidente con la ventana del paspartú. Cualquier inversión, especialmente si es masiva, debe ser de eficacia contrastada.
(Archivoz) ¿Cuál es el documento que más te ha gustado restaurar? ¿Y el que más te ha costado restaurar?
(RU) Disfruté como una loca restaurando una primera edición de los Desastres de la guerra de Goya: los 80 y pico aguafuertes que lo constituyen. Me quedaba maravillada por la técnica artística, por la calidad del papel (que hizo que su restauración fuera muy agradecida) y sobre todo por lo desgarrador de las imágenes y los textos. “Yo lo vi”, “Y son fieras”… hay muchas estampas relatando el papel de la mujer: su coraje, las violaciones. Imágenes estremecedoras que nos hablan de la deshumanización y lo absurdo de la guerra. Pensemos en que en ese momento – la fotografía justo se acababa de inventar– era lo más parecido a un reportaje de guerra. Un testimonio directo y sobrecogedor.
El que más me ha costado… La gente se imagina a los restauradores como levitando, en trance, con un pincel en la mano. Pero no saben que a veces se sufre ¡lo que no está escrito! Algunas obras, porque se quiebran en mil pedazos sólo al tomarles la foto. Por ejemplo los documentos en tintas metaloácidas, que requieren suma concentración y cuidado. Recuerdo una partitura en la que las notas caían literalmente del pentagrama, y al ser una escritura simétrica de derecha a izquierda y de arriba abajo, cuando un trozo estaba fuera de sitio, era dificilísimo saber de dónde había salido. Una auténtica pesadilla musical.
Pero lo más difícil no es nunca la cuestión técnica sino la ética: hasta qué punto debe restaurarse, cuál es el mensaje más importante de ese documento (el textual, el estético, el histórico…) y qué criterio seguir. La toma de decisiones es siempre muy difícil y lo peor es que una sabe que –como es una cuestión subjetiva– seguro no será del gusto de todos.
(Archivoz) A lo largo de tu carrera profesional, ¿cómo crees que ha ido evolucionando la preocupación de los gestores de la información y documentación por la conservación y restauración de la documentación?
(RU)Creo que la restauración es una disciplina relativamente reciente y que ha evolucionado muy rápidamente, con paradojas y cambios de paradigma importantes. Creo que esto ha contribuido a confundir a los gestores de patrimonio documental y aumentar sus reservas, pero que son dos mundos que van cada vez más de la mano.
(Archivoz) ¿Piensas que en la actualidad existe una mayor preocupación por la restauración documental?
(RU) No, para la sociedad en general, y mucho menos para los gobiernos (de ahí lo primero). Somos la hermanita pobre de cultura.
(Archivoz) ¿Cómo crees que será el futuro de la restauración y de la conservación del patrimonio documental?
(RU) Como soy optimista, imagino que será un futuro donde la administración regulará la situación laboral de los conservadores-restauradores y la legislativa en cuanto a la conservación del patrimonio. Esto repercutirá en un beneficio del mismo y en una mayor consciencia pública de su valor. El valor de nuestro patrimonio es lo que valemos como sociedad. Si nuestro patrimonio son aeropuertos vacíos y armamento, pues valemos eso. Si nuestro patrimonio es aquello que nos recuerda de dónde venimos, los errores que hemos cometido, el arte que nos ha hecho emocionar, cuestionar la realidad… pues tenemos un valor social, moral, intelectual y cultural.